miércoles, 10 de marzo de 2010

aunque no sepas

Aunque no sepas, te he esperado desde que aprendí a esperar.
Aunque no sepas, aprendiendo a esperarte, olvidé lo que era amar a alguien.
Aunque no sepas, mi desdicha reinó cuando te fuiste sin aviso; pero,
aunque no sepas, realmente ni yo sé si estabas de acuerdo.
Aunque no sepas, supe detalles de tu vida, como pixeles en una foto,
detalles que me sorprende ver evolucionando, o en la misma posición de hace un tiempo;
tiempo en el que aunque no sepas, me moría por tí.
Aunque no sepas, hoy en día te sigo viendo y me gustas, y hasta ni yo sé si es algo más.
Aunque no sepas que esto es para ti, porque quizás no me prestas mucha atención, pues aquí está escrito, para ti, aunque no lo quieras saber.
Aunque no sepas, me encantó volver a verte, volver a hablarte, volver a saber de ti, pero,
Aunque no sepas, volver a mí no es algo que sepas hacer...
y hasta que sepas, aquí estaré esperándote sin saber cuando llegarás.

desmesurado

Todo empezó con unos besos suaves y cálidos, más que todo húmedos, que eran siguientes a los roces leves labio a labio, que nos incitaban a brindarnos caricias que nos sedujeran la piel... Abrazándonos hasta calentarnos el alma. Nos quitamos la camisa, y yo, poco a poco, como si fuera de cristal, deslicé mi lengua como una gota ardiendo por su cuello. Suave, caliente, excitante.
Cerré tal afinación de contacto entrecerrando mis labios pintandole un beso brillante.
Me incliné y con sutileza besé su pecho
Bajé hasta sus tetillas y jugueteé con ellas; tal como caramelos picantes...
Las mordí, lamí, toqué.
Chupé. (¿por qué no?)
Subí y le marqué otro beso
Noté como su piel se erizaba, aguantaba la respiración
Se comenzaba a agitar su corazón
Y mi mente volaba tras sus ojos...
Él quería más y yo haría mas de lo que él se imaginaba
Bajé hacia su abdomen... Desabotoné con dulzura el botón de su pantalón
Bajé el cierre y descubrí unos boxers de color oscuro.
Y una linea gris... O blanca... No lo recuerdo
Vi una gran protuberancia ahí,
un afrodisiaco que quería fundirse entre mis labios
Bajé completo su pantalón y deslicé suave el boxer en picada....
Vi lo grande y lo erecto que estaba, y lo introduje suave en mi boca
Comienzo a deslizar mi lengua por todo el espacio
...que palpitaba de placer con cada movimiento de mi lengua.
Tal y como me comeria una barquilla, fui haciéndolo
Mientras escuchaba sus gemidos a una distancia prudente de mi,
Le fui deslizando mi lengua y lo humedecí, más de lo que pudo estar él
Y subí...
Lo besé, sabía que me encantan sus besos
Y el lamía mis pezones rápidamente impulsado por lo excitado que estaba
... me destrozó la falda.
La abrió con fuerza, el botón se disparó fuertemente
Mi cierre colapsó
Mi panty se empapó
Él me la desliza hacia las rodillas...
y allí yace un bocado delicioso para él
Lo acaricia con su lengua
Lo fusiona.
Me descontrola de placer,
comienzo a estremecerme. Gimo.
Tengo mi mano derecha apoyada sobre la pared,
la izquierda contra su nuca, halando sutilmente su cabello,
hasta que ya los dos no pudimos más con tanto placer, y...

De acuerdo, gracias, es suficiente. Puedes venir luego por si te aprobamos los derechos de autor.
- ¿Cómo se llama?
- Diario de una puta.
- Diario de una puta. -repitió el estenógrafo.
- Perfecto, gracias.
- Oye, ¿eres tú verdad?
- Tengo ganas de ir al baño.

ANTIDOTO TOXICO

Y de nuevo yo, sumergido en la enfermedad de pensarte, me encuentro evaluando el antídoto que me salve del masoquismo de intoxicarme con tu recuerdo. Tu presencia resulta ser el pretexto que me da el corazón para florecer un sentimiento que se detiene ante la incertidumbre y me hiere, explotándome en la sien y apoderándose de mi sistema nervioso; con el único antídoto que me hace pensar en ti y me hipnotiza a la vez sin dejarme encontrar una cura parcial para salir de este abismo, del que no quiero salir porque encuentro muy pasional embardurnarme con la miel de tu figura, recorriéndola con la avidez que me carcome la vista. Visión que me quema al no poder tocarte, ya que a otro perteneces. Y vagando como un inválido por un camino que no existe, hallo por fin la forma de diagnosticar los síntomas que me causan esta epidemia, que me encanta y me envuelve porque tú me la contagias; pero a la vez me coso las palabras y le cierro la ventana a mis ojos que no merecen esperarte cuando realmente nunca vendrás.
Mi impaciencia me contradice, y me grita lo que no quiero escuchar cuando escucharte a ti quiero. Me impacienta el no verte, el no pensarte, el no hablarte. Y mi antídoto es tu presencia. Presencia tóxica que me hace daño porque nunca serás para mí.
Y mientras más te veo, más te deseo,
y mientras más te pienso, más daño me hago, porque estás, pero para mí no estás.
Y puedo sentarme en la penumbra de mi habitación que ilumina tu recuerdo, a pensar y pensar de nuevo en que ya basta. No más. No me merezco esperarte, y de paso quiero hacerlo.
No te mereces que te piense, y sin embargo lo hago.
No nos merecemos estar separados, y sin embargo lo estamos.
Por eso, espero que cuentes con mi rota ilusión, que se alimenta de ti, como era y es.
No tengo armas, ni tengo alma.
No más.
Estoy sufriendo al no tenerte,
no más.
Estoy gastándome la mente,
no más.
Pero seguimos separados.
¿No más?

INCONFORME

Me colgué de tus pestañas negras, alzadas como una palmera decapitada tendida en el suelo, en lo ancho y penumbra de un paisaje sin sentido.
Sin olor.
Sin razón.
Hundido en la necesidad desmayada de probar aquel sabor a ti que no me gustaba y que se moría por jugar en mi boca, pensé en el por qué de mi soledad.
Pensé tanto que ya no tenía mas nada que imaginar.
Más nada que pintar en mi mente obsoleta.
Me fundí entre esa pasión exigente que me hace no quererte y esa irremediable ansiedad de querer al que no está.
Sin entender a la vida, ni siquiera a mí mismo, volví a pensar en ti como mi segunda opción,
mi segunda prioridad,
mi segundo plato,
en el que comí cuando el otro (plato) se me ensució.
Sin embargo seguía sin entender.
Tú me brindas lo mejor de ti que yo no valoro,
me enseñas a saber que lo que no siento con necesidad de aprender,
me ayudas a escalar las montañas que no son tuyas y aún así no entiendo por qué no soy conforme.
Ni contigo ni con nadie más.
Tú me miras con ojos negros como la noche y yo los quiero verdes como la esperanza de no estar solo. Tú me tocas con manos asperas y yo anhelo piel de princesa.
Tú me besas con tus labios y yo añoro otros.
Puedo declarar inconformidad ante ti y ante cualquiera que no se asemeje a lo que quiero.
Digo que no,
digo que no otra vez,
y vuelvo a decir que no,
a tu amabilidad sincera por ofrecerme lo que necesito, pero no de ti.
Al verte dándomelo incondicionalmente, me quiebro, me debilito, me hallo encerrado en una cavidad sucia, llena de fósiles de lo que fui,
cadáveres de mi alegría,
mi inocencia,
mi ignorante capacidad de decir que sí.
Y estoy allí, solo, sin nadie a mi lado no más que oscuridad,
añorando entonces tu compañía, tu presencia.
Cuando no queda más opción.
Por eso, basado en lo ortodoxo que se volvía mi entorno,
por eso, inconforme soy.

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